Movimiento de Coalición por la Diversidad CulturalLa nueva configuración en las relaciones entre el Estado y la sociedad, tras los procesos de globalización económica, política y cultural, ha hecho emerger reclamos identitarios y de diversidad que construyen una nueva ciudadanía; la cual se basa en la ampliación y consolidación de los derechos culturales.
Al parecer, los problemas de legitimación de los poderes públicos y de gobernanza democrática, estarán fuertemente mediados por esta problemática en las sociedades del siglo XXI. Desde el punto de vista social y político, este proceso de construcción de ciudadanía y derechos, no se experimentará de modo espontáneo; requerirá del desarrollo de subjetividades que actúen con plena conciencia ante tales procesos.
En ese escenario, la sociedad civil adquiere un importante protagonismo en la promoción de valores y creación de espacios de participación, legitimidad y civilidad democrática.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando esta subjetividad no es totalizadora, y sólo reduce las reivindicaciones ciudadanas a los derechos de primera y segunda generación, excluyendo los derechos culturales? O ¿Qué sucede cuando las políticas culturales, sean públicas o privadas, no construyen ciudadanía cultural? Obviamente, estaremos de frente a un evidente déficit de ciudadanía, que transforma esta situación, en un obstáculos, no sólo a la democracia sino al propio desarrollo.
Si bien es cierto, que los derechos sociales, luego de ser reconocidos como tales, marcan una tendencia hacia una ciudadanía activa. Es con los derechos culturales que se exacerba hoy, la construcción de una nueva ciudadanía, al contener como principios activos, la identidad y diversidad.
La sociedad civil en la República Dominicana, aun con sus avances en la esfera pública, el despliegue obtenido en programas de participación política y electoral, como en acciones de reformas socioeconómicas en los últimos años; se muestra de espalda ante los procesos de orden cultural que acontecen en nuestra sociedad y el mundo.
En el escenario internacional actual, la sociedad civil está ejerciendo un rol protagónico, afianzando procesos de identidad y diversidad, así mismo; dando nacimiento a sociedades civiles globales y ciudadanías globales, que son esenciales para conforman nuevos espacios a los derechos culturales. Su participación está posibilitando su articulación en distintas esferas nacionales, como en organismos multilaterales.
Por otra parte, vemos producirse importantes alianzas de la sociedad civil con Estados y gobiernos, que consideran esta causa ciudadanizadora, estratégica para su desarrollo y modernización.
En la última década, vale reconocer el papel protagónico que han alcanzado las Coaliciones por la Diversidad Cultural, que se manifiestan en todos los países, observando posiciones y actuaciones claves para el avance de los derechos culturales, como ha ocurrido con acuerdos de libre comercio, o más recientemente en el apoyo a la Convención sobre la Protección de la Diversidad de las Expresiones Culturales de la UNESCO.
Es oportuno señalar que los esfuerzos de la sociedad civil en este último caso, han originado un hecho inédito, como señala Verónique Guevremont en sus análisis sobre la sociedad civil.* Según nos subraya esta autora, la sociedad civil ha tenido una responsabilidad histórica, asumiendo el reto de concertación y participación para la consecución de las metas de la Convención de UNESCO, hecho que justifica, su inclusión como instancia fundamental de la propia Convención; convirtiéndose de este modo, en garantía para su aprobación, adopción, cumplimiento y seguimiento de la misma.
En el contexto dominicano, no tenemos una sociedad civil asumiendo este discurso y reto, en favor de los derechos culturales. La ausencia de una Coalición por la Diversidad Cultural en la República Dominicana, en parte explica la debilidad e inconsistencia que hemos tenido en los escenarios nacionales e internacionales, donde actualmente se debate y lucha por esta causa civilizadora.
*Véase documentos en la Web:
Al parecer, los problemas de legitimación de los poderes públicos y de gobernanza democrática, estarán fuertemente mediados por esta problemática en las sociedades del siglo XXI. Desde el punto de vista social y político, este proceso de construcción de ciudadanía y derechos, no se experimentará de modo espontáneo; requerirá del desarrollo de subjetividades que actúen con plena conciencia ante tales procesos.
En ese escenario, la sociedad civil adquiere un importante protagonismo en la promoción de valores y creación de espacios de participación, legitimidad y civilidad democrática.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando esta subjetividad no es totalizadora, y sólo reduce las reivindicaciones ciudadanas a los derechos de primera y segunda generación, excluyendo los derechos culturales? O ¿Qué sucede cuando las políticas culturales, sean públicas o privadas, no construyen ciudadanía cultural? Obviamente, estaremos de frente a un evidente déficit de ciudadanía, que transforma esta situación, en un obstáculos, no sólo a la democracia sino al propio desarrollo.
Si bien es cierto, que los derechos sociales, luego de ser reconocidos como tales, marcan una tendencia hacia una ciudadanía activa. Es con los derechos culturales que se exacerba hoy, la construcción de una nueva ciudadanía, al contener como principios activos, la identidad y diversidad.
La sociedad civil en la República Dominicana, aun con sus avances en la esfera pública, el despliegue obtenido en programas de participación política y electoral, como en acciones de reformas socioeconómicas en los últimos años; se muestra de espalda ante los procesos de orden cultural que acontecen en nuestra sociedad y el mundo.
En el escenario internacional actual, la sociedad civil está ejerciendo un rol protagónico, afianzando procesos de identidad y diversidad, así mismo; dando nacimiento a sociedades civiles globales y ciudadanías globales, que son esenciales para conforman nuevos espacios a los derechos culturales. Su participación está posibilitando su articulación en distintas esferas nacionales, como en organismos multilaterales.
Por otra parte, vemos producirse importantes alianzas de la sociedad civil con Estados y gobiernos, que consideran esta causa ciudadanizadora, estratégica para su desarrollo y modernización.
En la última década, vale reconocer el papel protagónico que han alcanzado las Coaliciones por la Diversidad Cultural, que se manifiestan en todos los países, observando posiciones y actuaciones claves para el avance de los derechos culturales, como ha ocurrido con acuerdos de libre comercio, o más recientemente en el apoyo a la Convención sobre la Protección de la Diversidad de las Expresiones Culturales de la UNESCO.
Es oportuno señalar que los esfuerzos de la sociedad civil en este último caso, han originado un hecho inédito, como señala Verónique Guevremont en sus análisis sobre la sociedad civil.* Según nos subraya esta autora, la sociedad civil ha tenido una responsabilidad histórica, asumiendo el reto de concertación y participación para la consecución de las metas de la Convención de UNESCO, hecho que justifica, su inclusión como instancia fundamental de la propia Convención; convirtiéndose de este modo, en garantía para su aprobación, adopción, cumplimiento y seguimiento de la misma.
En el contexto dominicano, no tenemos una sociedad civil asumiendo este discurso y reto, en favor de los derechos culturales. La ausencia de una Coalición por la Diversidad Cultural en la República Dominicana, en parte explica la debilidad e inconsistencia que hemos tenido en los escenarios nacionales e internacionales, donde actualmente se debate y lucha por esta causa civilizadora.
*Véase documentos en la Web:
http://www.diversite-culturelle.qc.ca/fileadmin/documents/pdf/article-societe-civile-esp.pdf
http://www.diplomatie.gouv.fr/es/IMG/pdf/0701-MUSITELLI-ES.pdf
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