Por Laura Gil
Miembro de AICA
Es una de las figuras más importantes y singulares de la llamada Generación del Ochenta, pintor y sociólogo. Creador de una obra pictórica y dibujística muy destacable en un medio como el dominicano, donde la abstracción geométrica sólo ha sido abordada de modo excepcional, pese a la importancia de los lenguajes recurrentes a la geometría en la tradición indígena, en la africana, y aún en la arquitectura occidental, heredera del mundo clásico que nos llega a través de un proceso colonizador iniciado en pleno Renacimiento.
Desde postulados neohumanistas, en sentido ideológico, e informalista, en el plástico, elabora una especie de misticismo de la Materia, pero sin escapar a la racionalización. La obra es, deliberadamente fetiche; no del modo inconsciente que lo es para el primitivo, sino del consciente que puede serlo para el occidental culto que plasma en ella una auténtica objetivación de valores asumidos, descubiertos por el artista creador.
Según una perspectiva intelectual y teórica, la forma, para él, concebida como estructura gestalista, como totalidad indivisa, como completad, adquiere el mismo sentido cívico que para los Neoplasticistas y Constructivistas, aludiendo a una vertiente de la razón, manifiesta ya en los antiguos Griegos como fuente de la isonomía, de la igualdad ante la Ley que sustenta la práctica de la democracia.
Miembro de AICA
Es una de las figuras más importantes y singulares de la llamada Generación del Ochenta, pintor y sociólogo. Creador de una obra pictórica y dibujística muy destacable en un medio como el dominicano, donde la abstracción geométrica sólo ha sido abordada de modo excepcional, pese a la importancia de los lenguajes recurrentes a la geometría en la tradición indígena, en la africana, y aún en la arquitectura occidental, heredera del mundo clásico que nos llega a través de un proceso colonizador iniciado en pleno Renacimiento.
Desde postulados neohumanistas, en sentido ideológico, e informalista, en el plástico, elabora una especie de misticismo de la Materia, pero sin escapar a la racionalización. La obra es, deliberadamente fetiche; no del modo inconsciente que lo es para el primitivo, sino del consciente que puede serlo para el occidental culto que plasma en ella una auténtica objetivación de valores asumidos, descubiertos por el artista creador.
Según una perspectiva intelectual y teórica, la forma, para él, concebida como estructura gestalista, como totalidad indivisa, como completad, adquiere el mismo sentido cívico que para los Neoplasticistas y Constructivistas, aludiendo a una vertiente de la razón, manifiesta ya en los antiguos Griegos como fuente de la isonomía, de la igualdad ante la Ley que sustenta la práctica de la democracia.
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