La Carta a Obama de Henri Benkoski

domingo, 8 de marzo de 2009 |


Gary Day en colaboración con Anna Monardo



La comunidad internacional ha estado a la espera que la presidencia de Barack Obama pueda establecer sustanciales cambios en la política estadounidense. Al igual que el resto del mundo, el sector de la cultura tiene también la esperanza de que el nuevo presidente de los Estados Unidos flexibilice su postura o produzca un giro ante la actitud cerrada y desatinada, que en el 2005 fijara su país, en lo relativo a la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de la UNESCO.

Para entonces, Louise Oliver, embajadora de los Estados Unidos ante la UNESCO, calificó el texto de la Convención como "un documento erróneo, ambiguo y proteccionista" y sostuvo que "la base de la diversidad cultural es la libertad. Los principales ponentes de esta convención parecen más interesados en el control sobre flujos de comercio y las vidas de sus ciudadanos que en promover la libertad y la diversidad cultural". Posición que lógicamente responde a los intereses monopólicos de los Estados Unidos, dada su hegemonía en materia de bienes y servicios culturales en los mercados mundiales.[1]

Como es conocido, esta postura radical que confunde la libertad cultural con el mercado y las políticas neoliberales, fueron derrotadas en la Conferencia de la UNESCO, a pesar de un gran activismo de los Estados Unidos para que aquel instrumento internacional no rigiera en este nuevo siglo. En cambio, este instrumento jurídico internacional daría mayor oportunidades a la diversidad cultural y al flujo en los mercados de bienes y servicios culturales de los países menos favorecidos, para que puedan alcanzar una “libertad cultural” que les permita gozar de iguales oportunidades, así como del conocimiento y reconocimiento de la diversidad de expresiones culturales, hasta ahora frenada y casi extinguida, por esa política monopolista.

En la actualidad, existe una gran tensión entre los países partes de la UNESCO, especialmente de aquellos que han ratificado la Convención, debido al descuadre que podría presentarse, si para junio próximo, fecha en que se celebrará la segunda Conferencia de las Partes para la Convención, no se llegara a firmar las directrices operativas de la Convención; entre ellas, la que trata el tema de la articulación de las relaciones de la Convención con otros acuerdos internacionales, principalmente por medio de aquellas directrices operativas que conciernen al desarrollo del Artículo 21; que de no concretarse, habría que esperar hasta el 2011. Mientras tanto, las políticas de subsidios culturales permanecerían en tensión frente a la Organización Mundial del Comercio (OMC), donde las políticas de exención cultural, principalmente al sector audiovisual, dispuesta hasta el 2010 quedarían desprotegidas ante su expiración.

Es importante decir, que el Comité Intergubernamental de la Convención de UNESCO (CI) ya ha adoptado directrices operativas para el Artículo 7, que trata sobre las medidas para promover expresiones culturales; el Artículo 8, que define las medidas para proteger las expresiones culturales en situaciones especiales en que corren riesgo de extinción, o son objeto de una grave amenaza o requieren algún tipo de medida urgente de salvaguardia y el Artículo 17 orientado a la cooperación entre las partes concernidas en situaciones referidas en el Artículo 8, en particular cuando se trata de países en desarrollo.

No obstante, en una nota de prensa, Cineuropa en su versión digital, sostiene que “Un objetivo básico continua siendo el del “tratamiento preferente” (Art.16) en beneficio de países menos desarrollados. Ello podría infringir la reglamentación de la OMC, que rechaza cualquier trato preferente a nivel comercial. La consecuencia es que numerosos países multiplican los acuerdos bilaterales, en algunas ocasiones contrarios al espíritu del Convenio (con referencia, en particular, a los EE.UU., que se negaron a adoptarlo). Existe aún una cierta incertidumbre en cuanto a los fondos destinados a los países del sur, otorgados de manera voluntaria por los estados miembros. Un fondo que algunos países del sur preconizan para la promoción y la distribución de obras en lugar de una producción ya abundante.”[2]

De ahí, que siga siendo preocupante el proceso de ratificación de la Convención de la UNESCO, que hasta hoy ha sido lento, aún cuando obtuviera el número indispensables de ratificaciones para su entrada en vigencia en el 2006; la UNESCO, ha dejado esta importante decisión a un nuevo escenario, en la espera de mayor legitimidad a tales directrices operativas, con un mayor número de países que hayan ratificado la Convención. De modo, que se justifiquen acciones para que ante el vencimiento de la exención cultural otorgado en la OMC, se pueda pedir al gobierno del Presidente Barack Obama, que defina su concepción sobre la cuestión de la diversidad cultural.

Por ello, la “Carta Abierta a Barack Obama” de Henri Benkoski[3], experto del gobierno belga en diversidad cultural haya suscitado una reacción importante en la comunidad cultural internacional. En la misma, Benkoski subraya que aunque no conozca postura alguna, sobre el tema de la cultura y la diversidad, del nuevo presidente norteamericano; le invita a suscribir el Convenio de UNESCO y crear un Ministerio de Asuntos Culturales, cuyo objetivo sea reducir la separación entre norte y sur, entre la cultura anglosajona y el resto del mundo. Esto así, según sus argumentaciones, para que las contradicciones existentes en la política y práctica de los Estados Unidos, se hagan coherentes.

En la Carta de Benkoski, difundida a través del periódico Le Soir, da a entender que una postura diferente a la seguida por la administración republicana daría a Obama, mayor coherencia, ya que ante la crisis económica y financiera norteamericana, éste ha optado por un proteccionismo y financiamiento a las artes y a sus industrias y servicios culturales. Hecho que contraviene la postura seguida por los Estados Unidos en el seno de la OMC y fijada respecto a la Convención de la UNESCO.

Sin embargo, debemos decir a favor de los países que han adoptado la Convención de la UNESCO, que su punto de vista por la defensa de la diversidad cultural, no responde a razones hegemónicas y neoliberales; por el contrario, basan sus argumentos, en considerar al producto cultural, más que mercancía, un producto portador de diversidad cultural. Por esa razón, la libertad cultural vaya más allá de la libre circulación de los bienes y servicios culturales, ella tambien incluye el derecho para que los estados nacionales puedan llevar a cabo políticas soberanas que estimulen el desarrollo de las industrias culturales.

Con la carta de Benkoski, se deberá promover una campaña internacional que incentiven a los países, que aún no hayan ratificado y adoptado la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de la UNESCO, ha que finalmente lo hagan; a la vez de impulsar un diálogo con la administración de Obama, el cual permita progresar en la postura que hasta hoy, ha defendido los Estados Unidos en tales escenarios internacionales.

Empero, faltaría por ver si en la coyuntura de crisis económica y financiera, como de baja, en la balanza comercial de los Estados Unidos, la flexibilización y proteccionismo hacia sus industrias culturales, significa más que una postura ante la crisis. Por eso, ante la interrogante: ¿Y si Barack Obama ratificara el Convenio sobre la diversidad de las expresiones culturales?, no podemos ser tan optimistas…

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