Transformar las Relaciones Culturales Internacionales Dominicanas

miércoles, 12 de noviembre de 2008 |

Los Embajadores, Onofre Rojas y Federico Cuello, junto a Carlos Santos,
durante el II Foro de Ministros de Cultura de los Paises ACP, en Santo Domingo, 2006.


En nuestro país, las relaciones culturales internacionales están rezagadas. Por esta razón, es apremiante que sean evaluadas, conforme a la rigurosidad que amerita esta delicada dimensión de la política estatal.

Ante la importancia de la cultura en un mundo globalizado, los nuevos enfoques y paradigmas que la convierten en objeto de políticas públicas, reafirman y amplían el papel de las políticas culturales internacionales. Estas cumplen funciones esenciales para el desarrollo cultural, más allá de la tradicional representación y promoción artística. Con el incremento de las actividades y flujos, sean de personas, bienes culturales y mercados, la globalización impulsa al rediseño de las relaciones culturales internacionales, fijando nuevas finalidades, dinámicas y estructuras. [1]

Pensábamos, que con la creación de la Secretaría de Estado de Cultura, veríamos desaparecer años de arcaicas e inconexas políticas, características de las relaciones culturales internacionales dominicanas. Empero, a casi 10 años de su creación, aun permanecen inalterables las mismas estructuras y limitados alcances de la dimensión cultural en el exterior; habida cuenta de que el contexto internacional y nacional ha cambiado substancialmente.

A pesar de esta situación, las relaciones culturales internacionales en el mundo, componen junto a la política, el comercio y la defensa de una nación, una de las principales dimensiones internacionales del Estado moderno. Incluso, las relaciones culturales contribuyen a crear las condiciones adecuadas para que éstas otras dimensiones, puedan concretar logros en materia de política internacional.

Sin embargo, la inconsistente política exterior que poseemos, no dejan de ser fiel reflejo de las políticas públicas nacionales, y en particular, de la política cultural interna. Tiene razón J. M. Mitchell, cuando sostiene que “La política cultural exterior no puede ser practicada en abstracto. Su validez dependerá de la vitalidad de la escena interior, de la política cultural interna”.[2]

En el caso de nuestro país, no es comprensible la débil relación institucional establecida entre la Secretaría de Estado de Cultura y la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, para establecer estrategias y políticas culturales compartidas. A ello, cabe sumar un escaso desarrollo técnico en la materia, así como las dificultades con que operan los departamentos e instancias de las relaciones culturales internacionales, los cuales poseen bajo perfil o son prácticamente inexistentes.

Vemos con preocupación que esta problemática se siga soslayando, a sabiendas de que su solución es esencial para la definición y coherencia de nuestra política cultural internacional. Hoy la sofisticación de las relaciones culturales exige invertir y concentrar esfuerzos que coadyuven a despejar la compleja situación de las políticas culturales internacionales, que cada día, están más cimentadas en el pluralismo cultural mundial.[3]

Las dificultades que tenemos para sancionar eficientemente los Acuerdos, Convenciones, y otros instrumentos normativos, que surgen de nuestras relaciones bilaterales y multilaterales, muchas veces trabajados eficientemente por los pocos técnicos que poseemos, quedan en un “limbo” por la desidia institucional y política; o, sencillamente, porque no se traducen en programas y proyectos de cooperación, en las que obviamente, quedan implicadas las capacidades técnicas y presupuestales institucionales, muchas veces inexistentes y menospreciadas. [4]

Sin una firme determinación para definir una política cultural exterior, que sea orgánica y que responda a nuestros intereses nacionales; lo mismo que sin una correcta visualización del escenario internacional, capaz de acertar sobre el papel de las relaciones culturales internacionales en el mundo de hoy; no será factible hablar de una eficaz relaciones culturales internacionales, ni mucho menos de correlacionar positivamente la política cultural interna y externa de la República Dominicana.


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[1] Ver a Belén Sanz Luque en ¿“Es posible evaluar la política cultural exterior como una política pública? http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/Elcano_es/Zonas_es/Lengua+y+Cultura/DT4-2006

[2] J.M. Mitchell, “Internacional Cultural Relations”, Allen & Unwin, London, 1977, p. 134. Ver también a Edwin R. Harvey en “Relaciones Culturales Internacionales en Iberoamérica y el Mundo”. Editado por Tecnos p. 23, 1991.

[3] Jesús Prieto de Pedro, “Política Pública y cultural”.
Ver en Web:
http://www.planetagora.org/espanol/note2.html

[4] Un ejemplo de esta situación es la UNESCO, donde la República Dominicana actualmente tiene 26 instrumentos por aprobar. Ver página Web UNESCO:
http://portal.unesco.org/es/ev.php-URL_ID=23047&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html

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